De día, la fábrica de conservas estaba en completo silencio.
Aunque había miles de personas dentro, se mantenía el más estricto orden… nadie que pusiera un pie frente a las puertas principales notaría siquiera su presencia apiñada en un edificio tan pequeño.
Para minimizar la atención externa, Merlin había insonorizado algunos edificios donde podían alojarse las madres con bebés, para que sus ocasionales llantos no se oyeran fuera de la fábrica.
Además, Merlin proporcionó a los soldados muertos y a sus familias comida instantánea, principalmente, para evitar dejar rastros.
La fábrica de conservas ya contaba con una gran reserva de sardinas enlatadas, y Merlin también había preparado pan, galletas, carne enlatada y verduras frescas que no requerían cocción. Alimentar a miles de personas era fácil con estas provisiones, ya que cada persona tenía una porción considerable, agua potable y una bolsa de basura con cierre.
Después de cada comida, todos depositaban cuidadosamente su basura