Capítulo 4: Una medida desesperada

Beverly se pasa las manos por el cabello y camina de un lado a otro cuando Luna termina de contarle lo que ha hecho.

—No debiste… ¡No debiste! ¿Cómo sabes que no es para dama de compañía?

—Porque para eso no necesitas ser inteligente y porque dudo que Gosling Food Inc. se preste para esas cosas —Beverly se detiene de repente, se gira y ve a su amiga con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—Eso, la entrevista será allí, en cuanto envié mis datos, me dijeron que me verían en la oficina de recursos humanos, mañana.

—Nena… nunca se sabe, ¿y si es una trampa? No quiero que te pase nada… yo te acompañaré.

—No, yo puedo ir sola, no te preocupes por mí, todo estará bien —Luna se termina su té y suspira con cansancio—. La paga es buena, según dice allí, además… si no quedo en ese trabajo, podría aprovechar de aplicar para otro, después de todo estoy estudiando cocina.

—¡Pero para ser una gran chef, no para encerrarte en una fábrica!

—Beverly, eso de gran chef, buena estudiante, hija perfecta ya no sirve de nada, lo único que me queda es la casa de mi madre y tengo que hacer lo que sea para no perderla. Si tengo que ser dama de compañía, secretaria o enterrarme en una fábrica para eso, lo haré.

«Además, es sólo por un tiempo, hasta que pague la hipoteca. Entiende que no quiero perderla, es un legado de mis padres y dejar que se la quede el banco sería lo peor que puedo hacer.

—Nena…

—Por favor, mejor ayúdame a elegir la ropa con la cual ir.

—Ay, Luna… —es todo lo que le dice, porque sabe que ya no tiene cómo convencerla de lo contrario.

Se van al cuarto de Luna, en donde Beverly le ayuda a elegir la mejor ropa que tiene para ir a la entrevista, un pantalón de tela color crema, un blazer de color gris claro y una blusa blanca de vuelos. Le ayuda a elegir el peinado, una coleta alta, aros sencillos, maquillaje muy suave y unas botas de color marrón claro.

—Listo, para lo que sea que vayas mañana, te ves presentable y sólo puedes pensar en que tendrás éxito —le dice su amiga, que no está muy convencida.

—Gracias, Beverly, te prometo que no me voy a meter en problemas, pero necesito comenzar a moverme antes de que la pena me coma.

—Nadie te va a comer. Y ya sabes que mis ahorros están disponibles para ti.

—Buenos, al menos sé que si no consigo el trabajo tengo algo de ayuda con la que puedo comenzar —las dos amigas se dan un abrazo y se despiden.

Aunque Beverly no esté convencida, ella debe intentarlo, no debe ser algo tan terrible si viene de una persona tan importante, además no es secreto para nadie que la paga en cualquiera de los puestos de trabajo en Gosling Good Inc. es una de las mejores en la ciudad.

Luna se queda mirando su reflejo en el espejo, se sonríe porque no se ve como una chica de diecinueve años. Se va quitando todo y deja la ropa perfectamente doblada, se quita el poco maquillaje que se puso y se mete a lavarse los dientes. Al mirarse al espejo no puede evitar emitir un suspiro que demuestra lo asustada y sola que se siente, pero ahora no puede hacer nada más.

—Madre, padre, sólo les pido que me ayuden desde donde estén… no me dejen sola, por favor.

Respira profundo para no llorar, cierra los ojos y trata de no pensar en todas las cosas malas que le han ocurrido en su vida, sino en aquellas buenas que pueden comenzar a pasar desde ahora.

Por la mañana se levanta con mucho ánimo, ve un mensaje de su amiga deseándole suerte en su entrevista y se alista para ir a la cita. Se da una última mirada en el espejo y sale de allí con un sentimiento de tranquilidad.

Se permite un taxi para no llegar tarde ni para arruinar su vestimenta, va con una gabardina de color blanco que su madre le regaló hace un año y siente que eso es como su manera de estar con ella. Al bajarse frente al edificio, ve la hora y sonríe al ver que ha llegado con veinte minutos de anticipación.

Camina a la entrada, le presenta su identificación al guardia y le muestra la cita del jefe de recursos humanos.

—Debe ir directamente a presidencia —le dice el hombre con amabilidad.

—Pero, aquí me dice que primero debía pasar por recursos humanos.

—Sí, pero el señor Gosling ha dado la orden, todas las chicas que lleguen para la entrevista deben pasar directamente con él. Vaya por el ascensor de la derecha, ese lleva directamente con él.

—Gracias —dice ella con un hilo de voz. Se mete en el ascensor y cuando las puertas se cierran no puede evitar sentirse más nerviosa que antes—. Será con el mismo CEO… no puede ser.

Se cubre el rostro con una mezcla de miedo y ansiedad, las puertas se abren y sale de allí para encontrarse con un pequeño recibidor. Es oscuro, las paredes son de madera negra, frente a ella hay una puerta doble de vidrio ahumado, por lo que no se puede ver nada hacia dentro.

Respira profundo y toca el intercomunicador que allí está.

—¡¿Sí?! —dice una voz muy masculina, grave, que le eriza la piel de inmediato. Se nota molesto por algo, Luna sólo suspira para calmarse y se da ánimo.

—Vengo a la entrevista de trabajo —dice con su dulce voz. Oye un ruido tras las puertas y de pronto estas se abren de par en par, dejándole ver la figura de un hombre alto, muy alto… y con una mirada que la hace encogerse.

Ese hombre frente a ella no es normal, es evidente, pero de cierta manera le atrae como nunca un hombre le atrajo.

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