Valentín acababa de llegar a la oficina cuando su secretaria, Karina, tocó la puerta y entró diciéndole:
—Jefe, hay un abogado en la sala que quiere verlo.
¿Un abogado?
Luis lo entendió rápidamente:
—¿Acaso se apellida Fernández?
Karina asintió:
—Dice que su bufete de abogados quiere discutir una posible colaboración con el jefe.
Luis le respondió de inmediato:
—Tenemos nuestro propio departamento legal y no necesitamos colaborar con otros. Si usa esa excusa tan absurda, probablemente sepa que no tiene cita y probablemente no podrá ver al jefe. Dile sencillamente que el jefe no está disponible.
Valentín les dijo con tono indiferente:
—Pues, no importa. Ya que ha estado aquí, veamos qué quiere decirme.
Luis se sorprendió. Karina, con una expresión impasible, salió de la oficina:
—Voy a traerlo aquí.
Luis, curioso, no pudo evitar preguntar:
—Jefe, ¿por qué quiere verlo?
—Después de todo, él ayudó mucho a Diana en el juicio de divorcio. Debo agradecerle en persona —dijo Valentín con una m