CAPÍTULO 54

La presencia de Soren realmente lo había intimidado, no es que no supiera cómo defenderse, pero ese sujeto tenía un aura verdaderamente oscura. Esos ojos de tono extraño contenían el infierno en ellos y con sólo una mirada logró que Owen se sintiera pequeño.

Sin embargo, ahora tenía la libertad de moverse libremente por el almacén, aunque podía sentir la mirada de Liza y Soren sobre él. Era entendible que no confiaran, él no confiaba para nada en ellos y ahora tendrían de alguna forma que coexistir mientras Sergei Lugo estuviera con vida.

—¿Qué haremos con él? —preguntó Owen, señalando el hombre dormido en una vieja silla.

Sergei estaba encadenado al asiento, vistiendo nada más que esa bata y los calzoncillos con los que lo sacaron aquella noche. Las heridas que tenía habían sido tratadas por la ama de llaves, la cual disfrutó no ser para nada delicada al tratarlo.

Soren caminó hacia la mesa y abrió un forro de lona negra y los ojos de Owen se abrieron aún más por la sorpresa al ver l
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