Contuve el aliento, conmocionada, sin atreverme a pedirle que se explicara.
—Soñé con tu madre embarazada —rememoró la reina en voz baja—. La veía llegar perseguida por los jinetes. Y luego veía a mi esposo en casa de Tea con un recién nacido en brazos. Se lo conté, y prometió buscar a la mujer embarazada entre los fugitivos y hacer lo posible por salvarla a ella y al bebé.
Bebió su té volviéndose hacia el ventanal y dejó escapar un suspiro.
—Nunca comprendí el significado de ese sueño. Era la primera vez que mis visiones me mostraban un humano. Luego mi esposo volvió a verte en el bosque, el día que lo abrazaste y le agradeciste por salvarte. —La reina esbozó una sonrisa melancólica—. Me habló de tu color de ojos, y poco después volví a soñar contigo. Imagino que te vi como eres ahora, o hace uno o dos años.
—Viste en lo que me he transformado —dije en un soplo.
—Sí. Vi tu belleza única, tanto física como de espíritu. Me alegró saber que esta