Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
Al día siguiente al abrir los ojos, Ale estaba a un lado de mí muy preocupada. Pude notar que ya estaba lista y arreglada para irse a su viaje a Puerto Vallarta, pero la noté muy triste.
–Hola Amaia, hasta que despiertas. Lo bueno que hoy entras más tarde al Tec – Me saludó mi hermana – Te he traído un café, esperando que te ayude a despertarte por completo. Que buen susto me diste anoche.
–Hola Ale, no te preocupes. Gracias por todo – Tomé la taza de café – Te ves hermosa para tu viaje a Vallarta. Me tomaré el café ¿Ya te vas?
–Sí, ya casi. Estaba esperando a que despertaras para poder pedir un taxi. Quería despedirme e indicarte dónde está todo ¿Te puedes levantar?
–Sí claro Ale, no pasa nada.
Me levanté de la cama y fui con Ale a la cocina, me indicó dónde estaban mis medicamentos que me había recetado el doctor y también me dijo que, diariamente tendría que ir a que me inyectaran lo del hierro para mi anemia. Me quedé devastada al e