346. CHUPADAS QUE ENLOQUECEN
THERON
Me pasé casi todo el día buscando cosas útiles para un campamento.
Tenía el presentimiento de que mis hermanas andaban haciendo de las suyas.
Que desde el vientre recibí las patadas inquietas de Amara y sabía muy bien de lo que era capaz.
La tarde iba cayendo y con ella se marchaba la luz del sol.
Subí a la superficie solo para ver que estábamos en medio de un bosque intrincado.
Logré recoger algunas hojas grandes y hierba seca; con eso hice un nido decente en la cueva y pude prender un pequeño fuego.
A pesar de crecer rodeado de papeles y aprendiendo a dirigir el reino, por el contrario de lo que creían mis hermanas, no era ninguna polilla.
Mi padre me enseñó a sobrevivir y luchar como mi raza. Los consejeros reales también.
Todos los lycans llevábamos el salvajismo en las venas.
Convertido en mi forma elemental para ahorrar energías, me recosté a la pared del fondo con mi hermosa leona sobre el cuerpo.
No podía dejar de acariciar el suave pelaje.
Algo nos unía a ella y no veí