29. COMPRANDO PARA MI HEMBRA
LYRA
Aparecieron repentinamente un grupo de guerreros.
Aztoria y yo, listas para dar pelea si era necesario.
Caminaron hasta que las llamas alumbraron sus rostros y nos dimos cuenta de que también había algunas mujeres.
—¿Alfa Yeron? — el macho experimentado que señalaba el camino dio un paso al frente, examinando a los recién llegados.
—¿Vieron? ¡Les dije que era el viejo Omar!
En un segundo, la atmósfera tensa cambió.
Resultó ser otro grupo que iba también a comerciar y conocían de viajes pasados a nuestro guía.
El Alfa era su amigo, así que decidieron unirse a nuestra gente, al fin y al cabo, más personas era mejor.
En unos minutos la orilla del lago se volvió animada y más fogatas se encendieron.
Noté que eran más desarrollados que la tribu de Drakkar, sus ropas mejor elaboradas e incluso llevaban artículos de cerámica.
Me quedé mirando las piezas que comenzaron a mostrarle a las otras mujeres de nuestra manada.
No las culpo por estar asombradas, hasta yo codicié un poco esas piel