289. MI MUJER ES LA QUE MANDA
NARRADORA
Aldric sabía muy bien que, a pesar de su fortaleza, no era rival para asesinar a este hombre que hasta las Selenias le temían, pero tampoco bajaría la cabeza frente a nadie.
—Dame a mi mujer y te puedes quedar con tu estúpido reino. No me interesan las tierras podridas de los seres sobrenaturales.
Sigrid casi pensó que le iba a dar un ataque al corazón. Había olvidado lo directo que era Silas.
—¡¿TÚ MUJER?! ¡Eso tenemos que verlo todavía! ¡Ni siquiera me has pedido su mano y te atreves a besuquearla delante de mis narices! —las garras de Aldric brillaron saliendo de golpe.
El pelaje oscuro del lycan volvía a aparecer en su cuerpo humano, apenas vestido con harapos.
—Calmémonos todos, por favor, papá… —Sigrid intervino, aguantando el pecho de Aldric con fuerza.
Parecía una pequeña muñeca frente a la estatura monstruosa de su padre y los fuertes músculos abultados.
Este enfrentamiento estancado no llegaba a ningún lado, nadie quería ceder.
Por su parte, Quinn salió corriendo