286. MI ALMA SIEMPRE HA SIDO TUYA
NARRADORA
La magia de él la llamaba enloquecida, depredadora, anhelante.
—Puedo ser salvaje, calculador, juguetón o serio… puedo ser lo que desees, mientras prometas que te quedarás conmigo para siempre.
El tono bajó a una vibración aún más ronca.
—. Dame tu alma, Lavinia, déjame devorarla y protegerla en mi interior. Nada ni nadie te hará daño jamás.
Ese pedido sonaba demasiado oscuro, peligroso y tentador.
Un trato peor que el que había hecho con Electra.
Un pacto de vida o muerte, de eternidad atada a él… no sonaba nada mal.
Una corriente chisporroteante de alegría vibró a través de todo el cuerpo de Lavinia, pero estaba dispuesta a hacerlo rogar por un tiempo.
Por ahora, comenzó a utilizar el poder que Electra le había entregado.
—Eres un chiquillo demasiado joven, principito —la venda en los ojos de Lavinia se fue aclarando mientras se acercaba a lamerle la nuez de Adán, lenta y provocadoramente.
Sintió el estremecimiento al tragar y la dureza en su entrepierna; el cuerpo entero