265. UNA MATE DESPECHADA
MARIUS
—Ah, ah, ah…
Los gemidos rítmicos de la mujer contra el árbol me tenían los oídos hastiados.
Me había perseguido cuando me alejé a mear, insinuándose con esa sonrisa fácil y esos pechos casi saliéndose del escote.
Le iba a decir que no a sus manos manoseándome la polla, pero al girarme, el color castaño de su pelo fue lo que me atrajo.
No sé ni cómo luce su cara, solo que ahora empujo en su coño con un ritmo constante, hundiendo las garras en su cadera y la otra en esa mata de pelo castaño.
—¡Cállate de una puta vez y gime hacia adentro!
Le rugí enojado porque me estaba poniendo flácida la polla con sus sonidos chillones.
No se escuchaba como ella y rompía con toda la ilusión que había en mi mente.
“Victoria” estaba apoyada contra ese tronco, inclinada hacia delante, arqueando el culo y la espalda mientras la penetraba vigoroso.
Mi pelvis empujaban cada vez más rápido.
El sonido de mis muslos chocando contra los suyos marcaba el ritmo enloquecido en esta follada rápida.
—Sshh…