263. LOS MILAGROS EXISTEN
NARRADORA
Silas se quedó rígido, en realidad no le gustaba mucho el contacto físico a menos que fuese Sigrid, pero aguantó estoicamente y no fue grosero.
A pesar de los momentos incómodos, esa tarde Silas recuperó un pedacito de su familia, aunque en su interior, su única familia era la mujer a su lado.
Todo el amor en su corazón, para lo demás, se había marchitado.
Aprovechando un segundo que se quedó a solas, mientras su tía arrastraba a Sigrid a la cocina para que la ayudase con la merienda de la tarde, Silas se acercó al bebé en su cunita.
Los tatuajes oscuros ya no solo se limitaban a su rostro, sino que avanzaban consumiendo su pequeño cuerpo poco a poco.
Silas estiró dos dedos y los colocó sobre su frentecita, enseguida la magia negra comenzó a bullir, a luchar para no ser despojada.
El bebé comenzó a llorar con dolor.
Esa energía maligna se resistía, el poder de Silas le ordenaba pasar a otro amo.
Sigrid engañó a su tía con una ilusión para que no escuchara al niño, sen