252. UN SOLDADO "FIRME" EN LAS ADVERSIDADES
NARRADORA
Meridiana solo podía dejarse arrastrar por las olas de placer.
Su macho rodeó su clítoris y lo provocó con toquecitos que la hacían empujar sus caderas hacia delante.
Ansiaba más, le picaba el interior de la vagina mientras Rousse le devoraba el coño.
—Más adentro… mi macho adentro… —articulaba entre jadeos entrecortados.
Cuando los dedos de Rousse le separaron pervertidamente, exponiendo el estrecho agujerito, Meridiana se estremeció por completo.
La expectativa la atormentaba, sentía sus músculos vaginales contraerse, pero nada la preparó para la delicia de la penetración.
Primero fue la lengua de Rousse. Flexible y mojada, jodiéndola bien profundo, adentro y afuera, chupando sus fluidos cachondos.
Luego se incorporó un dedo que la tuvo empujándose contra su cara.
La vieja mesita traqueteaba bajo los movimientos cada vez más ansiosos de sus nalgas.
Se meneaba por instinto, siguiendo el placer de las embestidas de su dedo.
La presión en su vientre se acumulaba, estaba cerc