241. UN EJÉRCITO INVENCIBLE PARA MI LORD
VICTORIA
Él continuó contándome del pasado…
«Dracomir fue atraído desde cachorro a esta habitación.
Cuando se dio cuenta de que no eran juegos inofensivos a cambio de dulces prohibidos para los esclavos, fue decírselo a su madre.
Creyó que ella lo podía proteger.
Aún recuerdo ese día cuando lo encontré llorando y temblando en el pasillo.
Había buscado el rastro de su madre y la encontró en la alcoba del general.
Espió su más oscuro secreto y las cosas retorcidas que hacía por protegerlo.
Se enteró desde pequeño de los sacrificios para sobrevivir dentro de este monstruo de hierro y piedra.
También se calló, ocultó y aguantó las vejaciones como esclavo de sangre.
Hasta que un día, como a los doce años, su madre fue quien lo descubrió a él… en esta misma habitación».
Sus palabras me transportaban a escenarios desgarrantes.
No sé ni cómo Draco me ha podido aceptar siendo una vampira.
Ahora entiendo su pánico cada vez que intentaba alimentarme de él.
—¿Su… su madre… qué le sucedió? —mi voz