137. EL PODER DE UNA SELENIA
NARRADORA
Sombras ágiles se escabullían en el interior de la montaña de los Drakmor, que habían dejado sin vigilar su hogar para atender el llamado de Ignacio.
Siguiendo el rastro de energía poderosa que hacía vibrar sus corazones animales, los leones encontraron sumergido en un pozo profundo de aguas negras, el fragmento del Corazón de la Bestia.
—¡Tiren del hielo, de prisa! —el propio rey había ido en esa peligrosa tarea.
Nerviosos, vigilaban que los Drakmors no regresaran o las hembras que cuidaban a sus crías no se dieran cuenta de que la parte trasera de la montaña estaba siendo socavada por intrusos.
Los ojos oscuros de Héctor, el actual monarca de los leones, brillaban emocionados.
Al fin pudo encontrar algo para fortalecer su raza.
A Edmund no le había costado mucho ponerlo de su lado.
Héctor odiaba profundamente al príncipe de los hombres lobos, Aidan Walker, el supuesto mejor amigo de la reina leona Zeraphina.
Zera, su pareja, su amada reina, que había estado todos estos año