114. LA TRAICIÓN DE THEO
AIDAN
Su cuerpo está temblando. No cierra las piernas, pero se nota su rigidez y resistencia.
Miro hacia abajo.
Ni siquiera he metido el glande por completo, pero su expresión de molestia me hace caer en una realización increíble.
Ella sí es virgen de verdad… nunca se ha entregado a ningún otro macho y, en esta loca fantasía, me va a dejar que tome su primera vez.
Y mi corazón comienza a palpitar alocado mientras nos quedamos mirando.
Algo me ruge que ella es mía, creada solo para mi placer.
Que esta magnífica hembra ha estado esperando por mí.
No quiero herir su cuerpo, ni siquiera en esta ilusión…
El Aidan de mi mente también se resiste a pesar de los deseos locos de montarla… él no sabe cómo hacerle el amor, y yo entiendo cada vez menos esta locura...
Quiero despertar y a la vez no… ¿estoy en mi cuarto o estoy en el bosque?
Me siento arrodillado entre sus piernas.
Maldita sea, no puedo dejar esto así.
—Puedes… puedes hacerlo, si eres tú… está bien… —escucho su voz suave y miro su