Thalassa sintió como si le hubieran vaciado encima un balde de agua fría. Se quedó inmóvil por unos segundos. ¿Kris y Karen? ¿Karen y Kris? ¿Besándose?
No pudo seguir mirando. Era incapaz de mantener la vista en ellos. Se dio la vuelta y empezó a alejarse.
—Ya no tengo ganas de probarme los vestidos. Mejor paguemos y vámonos.
Ni Millie ni Luisa se opusieron. Cuando llegaron a la caja, Thalassa no protestó cuando Luisa insistió en pagar. Estaba demasiado aturdida para pensar.
Después de pagar, estaban a punto de irse cuando Linda se les paró enfrente.
—Espero que te la hayas pasado bien en mi boutique, Thalassa. Y recuerda, no te guardo ningún rencor, a pesar de lo que le hiciste a mi familia.
Thalassa se le quedó viendo fijamente, sintiendo una furia tan intensa que temía lo que sería capaz de hacer si se quedaba un segundo más.
Sin dignarse a contestarle, salió de la boutique, con sus amigas detrás de ella. Ninguna dijo nada mientras caminaban hacia el carro de Luisa con las bolsas de