Extra
Esa mañana, Alexander se despertó sintiéndose bastante mal. Desde el momento en que abrió los ojos, sintió una fatiga abrumadora y un dolor de cabeza punzante que no lo dejaba concentrarse. A pesar de que tenía una lista de tareas importantes en el trabajo, no pudo conseguir terminar nada debido a su malestar.
Preocupado por su estado, decidió que era mejor ir al médico para hacerse revisar. No quería arriesgarse a que fuera algo serio, así que se dirigió a la clínica más cercana. Al llegar, fue atendido rápidamente y se sentó en la sala de espera, sintiéndose un poco ansioso.
Cuando finalmente entró en la consulta, el médico lo saludó con una sonrisa y le pidió que se sentara.
—¿Qué te trae por aquí hoy? —preguntó el médico, observando a Alexander con atención.
—Me he estado sintiendo muy cansado y tengo un dolor de cabeza constante. No puedo concentrarme en mi trabajo. —explicó Alexander, tratando de ser lo más claro posible.
El médico lo examinó y le hizo alguna