Un mes después, Alexander se preparó para salir con Lucas, ese día solo sería de ellos.
—¡Papá! —gritó, extendiendo los brazos en un gesto de alegría.
—¡Hola, campeón! —respondió Alexander, acercándose y abrazándolo con fuerza—. ¿Estás listo para un gran día?
—¡Sí! Quiero pasarla bien contigo.
Lucas estaba emocionado.
—Vamos a dar un paseo en mi auto y vayamos a ese parque que tanto quieres conocer —propuso, y Lucas asintió con alegría.
Lauren salió al encuentro.
—Alexander, por favor llámame si pasa algún inconveniente, estaré al pendiente del teléfono. Recuerda si Lucas se siente mal o cualquier otra cosa, llámame de inmediato.
—Lauren, está bien. Me podré ocupar de todo, nos vemos más tarde.
—Gracias —se dirigió a su hijo —. Lucas, no te alejes de tu padre, sé obediente y cuidadoso.
Aquel día pasaron la siguiente hora jugando, subiendo y bajando del tobogán, corriendo por el césped y lanzando pelotas. Alexander se sorprendió de lo rápido que Lucas se recuperó, a pesar de to