Un día después...
Esa misma noche, cuando Alexander regresó a la mansión después de una reunión de negocios, se encontró con una ausencia sospechosa. Al preguntar a la sirvienta, esta le informó que Lauren se había retirado a descansar temprano, sintiéndose indispuesta.
—¿Al menos ha cenado?
Matilda negó con la cabeza y se sintió apenada, ella también había intentado que la joven comiera algo, pero todo intento fue en vano y finalmente se había resignado, no quería tampoco obligarla.
—No, lo siento señor.
—Maldita sea. ¿Tienes idea de lo enfadado que estoy? Te pedí que la vigilaras muy bien y si no quería comer, pues obligala.
—Sí, tiene razón. Sinceramente comió solo un poco en el almuerzo. Aún así, sé qué debí ser más insistente y convencerla.
—Olvídalo —resopló —. Vuelve a tu labor.
Ella asintió y al poco tiempo se marchó.
Alexander resopló con desdén, no tenía que darle la mayor importancia a esa mujer, si en realidad quería morirse dejando de comer, pues era su problema. Su