Ver a Dominick me provocó un vuelco el corazón.
Sin embargo, me recuperé rápidamente. Desde el momento en que Cesare publicó la foto, supe que este día llegaría.
—Me ha confundido con otra persona, señor —le dije secamente.
—¡No te hagas la tonta, Luna! Sé que eres tú. ¡Sabía que no estabas muerta!
Actuando como un loco, Dominick se abalanzó sobre mí, me agarró del brazo y me sacudió con fuerza.
Me agarró con tanta fuerza que parecía que quería romperme los huesos.
Fruncí el ceño y una mano enorme lo empujó al suelo.
Cesare me jaló detrás de él.
—No le pongas las manos encima a mi mujer, lunático rabioso.
Dominick cayó al suelo y se quedó mirando con la mirada perdida nuestras manos fuertemente entrelazadas.
—No… Esto no puede ser verdad. Luna jamás estaría con otra persona. Es solo una farsa, ¿verdad? ¡Solo haces esto para deshacerte de mí!
Para ser sincera, nunca había visto a Dominick enloquecer antes.
El desdén en mis ojos se intensificó.
—Señor, no sé de quién habla