*—Uriel:
La reunión familiar de Danny había sido, en pocas palabras, una bomba emocional. Apenas se alejaron de la casa donde se había llevado a cabo, Uriel pudo soltar el aire contenido en sus pulmones y aligerar la tensión acumulada en sus hombros. Sintió como si se hubiera quitado un abrigo mojado y pesado de encima.
«Esa familia necesita sentarse y hablar, de verdad», pensó Uriel mientras se masajeaba la nuca.
Lo que había sucedido en el pasado había herido a Danny y a Nathaniel profundamente, y cada conversación parecía rozar una mina emocional lista para estallar. Era un campo minado de culpas, resentimientos mal gestionados y silencios que gritaban más que las palabras.
Desde el asiento del copiloto, Uriel giró ligeramente el rostro para mirar hacia el asiento trasero. Nathaniel iba sentado detrás de Danny, inclinado hacia delante con las manos sobre el respaldo, hablándole animadamente a su padre, como si la tensión anterior no lo hubiera rozado en absoluto. Danny, al