Mi día no fue el mejor, estuve deprimida pensando en por qué no podía tener hijos, extrañando mucho a Jack y deseando hablar con él. Aunque Dakota se porta muy bien conmigo y es muy amable, no me siento cómoda molestando con mi presencia.Me encuentro acostada en la cama, acariciando a Nerón que está a mi lado mientras Kansas duerme a mis pies, cuando mi teléfono suena.—Jack —digo tan pronto respondo la llamada, con una sonrisa en los labios y el corazón algo acelerado.—Quiero decir que me asusté al leer el principio y gran parte de tu mensaje hasta que dejaste en claro que no te querías alejar de mí —murmura, su voz es baja y logro percibir el cansancio en su tono—. Cuando terminé de leer solo puedo decir y pensar que te amo más, que eres la mujer con la que sueño casarme y pasar el resto de mis días. Quizás estoy loco, o es que tú me vuelves loco, pero, mi amor, es en serio cuando te digo que quiero estar a tu lado siempre.Mi corazón se acelera el triple, mis latidos son muy fuer
No hay nada como estar en tu casa, sentirte cómodo y en calma en tu lugar seguro.Dakota fue muy amable conmigo, pero me sentía como una intrusa, además de que no soportaba la presión que me ejercía yo misma al verla con su bebé. La pequeña, sin tener culpa de absolutamente nada, fue la razón por la que decidí volver a mi hogar.Los pensamientos que estaba teniendo, mismos que tuve hace años y pensé que jamás volvería a tener, regresaron con fuerza, dañando mi mente, rompiendo mi corazón y haciendo que me cuestionara muchísimas cosas.No es sano para mí estar cerca de un bebé, así que prefiero mantener la distancia por mi bienestar y mi paz mental.La pequeña es hermosa, un angelito del que me enamoré con solo verla, pero me hago daño yo misma al desear ser madre y no poder. Solo Dios sabe cuánto he llorado para que me dé esa dicha, pero él nunca me escuchó y pensé que me había designado.Ahora que estoy de vuelta en mi hogar, las cargas pesan menos y mi pensamiento no es tan dañino n
El sol se asoma y tiñe de colores el cielo azul oscuro. El amanecer es uno de los tantos espectáculos que me encanta contemplar; ver el cielo siempre ha sido terapéutico para mí, allí con tanta quietud e inmensidad encuentro un poco de sosiego, una paz que no puedo explicar.Un tono amarillo se mezcla con las nubes blancas y el azul, haciendo que frente a mis ojos se despliegue una gama de colores único y hermoso y que capturo en mi mente mientras bebo a sorbos cortos y lentos una taza de café. Cierro los ojos por un instante, disfrutando del momento de paz, pero, inevitablemente, recuerdos invaden mis pensamientos y siento que en cualquier instante tendré un ataque de ansiedad. La sangre en mis manos se vuelve tan espesa y es tan roja que, por más que intente limpiarlas, ella parece haberse quedado adherida a mi piel para siempre. Por más que me lave las manos, nunca podré limpiarme de aquel líquido repugnante. Mi respiración se acelera, siento como los latidos de mi corazón van e
Ver toda esa sangre me paraliza de pies a cabeza, me trae el recuerdo de lo que pasó hace años. Me hace sentir tan ansiosa como lo están mis fieles compañeros. ¿Por qué me persigue este tipo de situaciones? Pero, en especial, ¿de dónde salió ese hombre? ¿Cómo es posible que haya aparecido aquí, en medio de la nada y con heridas de gravedad?¿Habrán dejado el cuerpo aquí tirado? La sola idea me provoca escalofríos y me entra un miedo terrible de que alguien esté por ahí, vigilando a la distancia, asegurándose de que el hombre en cuestión no se vaya a levantar. Tanto Kansas como Nerón no dejan de ladrar alrededor del cuerpo, pero yo soy incapaz de moverme de mi lugar y acercarme y verificar si está muerto o vivo. Debería llamar a la policía y dar aviso; sin embargo, no cuento con un teléfono, además de que muy en el fondo me da miedo avisarles y que me señalen a mí como la responsable. Volver a la cárcel nunca será una opción. Si conseguí mi libertad fue porque mi abogada apeló y m
No sé cómo lo logré, pero conseguí entrar al hombre desconocido a mi casa. Desde que se desmayó no ha despertado ni una vez y empiezo a cuestionarme si hice bien en no llevarlo a un hospital. He estado dándole vueltas todo el día, viendo si aún respira o si se despierta y necesita algo, pero él parece haber entrado en un estado de coma que me aterra y me mantiene en vilo. Debí llevarlo a un hospital; sin embargo, aún recuerdo la expresión de terror que puso cuando lo mencioné. Quizás por eso no lo llevé, porque me convenció de que, probablemente, existía la posibilidad de que terminaran con su vida. Lo que me lleva a deducir que, en efecto, este hombre está metido en algo turbio y peligroso, algo que yo no debería indagar, porque podría terminar en sus mismas condiciones. A ti no te tiran a matar de la noche a la mañana y solo porque sí, ¿verdad? Mi lado paranoico me recrimina por ayudarle, pero mi lado más humano jamás lo hubiera dejado a su suerte, abandono y malherido. Tantas v
Luego de darle la sopa que le preparé, dejo que el hombre descanse y recobre un poco más de energía.Antes de ir a mi habitación, me aseguro que esté bien, que no esté sangrando o prendido en fiebre. Pero en aspecto se ve mucho mejor y su piel ya no se siente tan caliente cuando la toco.Cansada, me dirijo hacia mi habitación y me doy un baño largo y tibio que me quite todo el estrés del día. Hace mucho que no me preocupo por nada más que no sea cultivar maíz y cuidar de mis animales. En realidad, hace mucho que no tenía un contacto tan prolongado con otra persona. Desde ese día… desde la cárcel… Sacudo la cabeza, no es momento para dejarme llevar por esos malos recuerdos.Hoy soy libre, tengo lo que quiero y me siento bien estando aquí, lejos del mundo entero. Salgo envuelta en una toalla y Kansas y Nerón me dan la bienvenida ocupando toda la cama. Sonrío, una sonrisa genuina y real, después de todo, mis perros lo son todo para mí. Ellos son la compañía que necesito, me hacen tan f
Lo contemplo por largos segundos en silencio. ¿Es que acaso sí lo conozco y no recuerdo?Imposible. Un hombre así, con ese porte, con esa voz tan masculina, esos pectorales y brazos bien fornidos, esa mirada tan profunda y bonita y toda esa buena delantera es imposible de olvidar.—Estoy cien por ciento segura de que no te conozco. Abre la boca con toda la intención de decirme algo, pero sacude la cabeza con fuerza, dejando los platos nuevamente en la mesita junto a la cama. —Estás bromeando, ¿no es cierto? Todo el mundo, y digo el mundo entero, sabe quién soy yo. —Bueno, debo pertenecer a ese pequeño porcentaje del mundo que ignora quién eres —refuto.—No es posible —ríe, ahora sí con algo de gracia—. Soy el presidente de este país, Jack Russell. ¿Cómo es posible que no sepas quién soy? Lo miro desconcertada por un segundo antes de explotar en risas. Desde luego, y yo debo ser alguna princesa que se perdió o tiraron al mar. —¿No me crees? —inquiere, entrecerrando los ojos y luc
Han pasado varios días y aún, el que dice ser el presidente, no ha logrado contactarse con el supuesto jefe de seguridad, su secretario o algún miembro de su gabinete. Lo he visto frustrado y preocupado, la mayor parte del tiempo en silencio y envuelto en sus pensamientos, pero no dice nada y sigue insistiendo en comunicarse con alguna persona de La Casa Blanca.Por mi parte, no le creo ni una sola palabra. Tendría que ser una ignorante y una estúpida —y mira que hace mucho dejé de serlo—, como para creer semejante barbaridad. Si fuera el presidente, este sería el último lugar en la tierra donde estuviese. Hay algo que está ocultando y deseo saber, pero algo me dice que no me deje arrastrar por esa curiosidad o me podría ir muy mal. Es mejor perder la vida que indagar en cosas que no me conciernen. Prefiero no decirle nada con respecto a ese tema, pero a veces me resulta imposible no hacerle una que otra broma y, aunque me mira serio e indignado, algunas veces termina sonriendo. He d