Nicolás aún quería seguir golpeando.
Pero Daniela lo abrazó: —¡Ya basta, Nicolás! ¡Ya basta!
Al ser abrazado por el cuerpo suave y cálido de Daniela, Nicolás se detuvo, aunque la ferocidad sangrienta en sus ojos no disminuyó ni un poco. Levantó el pie y le dio una patada al Mauro que estaba en el suelo.
En ese momento Valentina corrió hacia ellos: —¿Qué pasó?
Daniela se disculpó: —Valentina, perdón, te causé problemas.
Nicolás miró una vez al Mauro en el suelo, tomó la mano de Daniela y se la llevó.
Daniela volteó: —Valentina, adiós.
Apenas terminó de decir esto, Nicolás extendió la mano y le cubrió la cabecita, encerrándola en sus brazos para que no volteara.
Nicolás sacó a Daniela del hospital, abrió la puerta del copiloto, la metió adentro y luego regresó al auto.
Daniela de repente se dio cuenta de que sus nudillos estaban sangrando. Inmediatamente le agarró la mano: —¡Te lastimaste la mano, te la voy a curar!
Pero Nicolás levantó la mano para que no lo tocara.
Daniela se quedó ató