Una de las conejitas, en un movimiento atrevido, dio dos vueltas en el aire, girando hasta quedar frente a Mauro, y luego se sentó directamente en sus piernas.
Mauro la rodeó con sus brazos y sonrió descaradamente.
—¿Qué pasa? ¿Cansada de bailar? ¿Vienes a descansar en mis piernas?
Mauro era salvaje, malo y divertido; las mujeres simplemente no podían resistirse a él.
La conejita se sonrojó.
—Mauro, eres terrible.
Los jóvenes ricos estallaron en carcajadas.
—"Mauro, eres terrible"... ¿Qué tan terrible será Mauro? Nosotros ni siquiera lo sabemos.
La mirada de la conejita estaba fija en el rostro de Mauro, como si no pudiera apartarla.
Mariana observaba la escena con envidia. Ese era su hombre. Inmediatamente gritó:
—¡Mauro!
Mauro escuchó la voz y levantó la cabeza perezosamente.
Mariana sonrió.
—Mauro, soy yo.
Mauro hizo un gesto con la mano.
—Déjenla pasar.
Los guardaespaldas se apartaron.
Mariana entró con la cabeza alta.
—¿Lo ven? Les dije que soy la ex novia de Mauro. ¡No soy como e