Luciana miró a Héctor y Nadia.
—Papá, mamá, me encanta esta Corona Rafael. Pónganmela ahora.
Luciana estaba impaciente por lucir la Corona Rafael.
Nadia tomó la corona.
—Hoy colocaremos con nuestras propias manos la corona de princesa que pertenece exclusivamente a la hija de los Celemín.
—Mamá, date prisa —insistió Luciana.
Nadia, sosteniendo la Corona Rafael, caminó hacia Luciana y se detuvo frente a ella.
Los ojos de Luciana se iluminaron al ver acercarse a Nadia.
La multitud se agitó.
—¡La señora Celemín va a coronar a Luciana con la Corona Rafael!
—Era de esperarse. La señorita Luciana es la hija biológica del señor Celemín y la señora Celemín.
—¿Cómo podría una hija adoptiva compararse con una hija de sangre?
Luciana, orgullosa como un pavo real, miró a Nadia.
—Mamá, pónmela rápido.
Luciana inclinó la cabeza, esperando que Nadia le colocara la corona.
Pero Nadia no se movió.
—Luciana, esta Corona Rafael no es para ti.
¿Qué?
Estas palabras dejaron a Luciana paralizada.
—Mamá, ¿qué