Mateo declaró inmediatamente con firmeza: —Ese día nunca llegará. ¡Jamás me casaré con la hija del hombre más rico!
Valentina: —¡No me casaré contigo!
Mateo: —¿Por qué?
Valentina iba a hablar, pero Mateo la interrumpió: —Valentina, sé que han pasado muchas cosas entre nosotros, pero siempre te he amado solo a ti. Nunca me he desviado de este camino. Dame otra oportunidad, ¿podemos empezar de nuevo?
Valentina: —Mateo, nosotros...
Mateo sujetó su barbilla e inclinó la cabeza para besar sus labios rojos.
Con un beso, detuvo todas sus palabras.
Valentina presionó ambas manos contra el musculoso pecho de Mateo, intentando apartarlo: —¡Mateo, no! ¡Suéltame!
Mateo no se movió ni un ápice: —¡No te soltaré! Valentina, no me digas que ya no me amas. ¡Sé que Daniel es tu mentor!
Las pestañas de Valentina temblaron. No esperaba que él supiera incluso eso.
—Valentina, durante estos años no he estado con nadie más, y tú tampoco. Todavía me amas, ¡y yo te amo a ti!
El corazón de Valentina se ablandó