Mateo asintió: —Sí, ¡quiero a Sofía! ¡Quiero la custodia de Sofía!
La ira brotó del corazón de Valentina. Levantó la mano para abofetear el apuesto rostro de Mateo.
Pero no lo consiguió. Mateo le sujetó la delgada muñeca y la atrajo hacia él: —¿Quieres golpearme?
Valentina, furiosa, exclamó: —Mateo, ¿con qué derecho me disputas a Sofía? Yo di a luz a mi hija, yo la he criado, ¡tú no has aportado nada!
Mateo la levantó y con unas pocas zancadas la sentó sobre su escritorio. Apoyó ambas manos en la mesa, atrapándola entre sus brazos: —¿Quién dice que no he aportado nada? Si no hubiera contribuido, ¿de dónde habría salido Sofía? Valentina, ¡robaste mis genes para tener un hijo!
Valentina no supo cómo responder.
Esas palabras realmente la dejaron sin habla. Era cierto que sus genes habían hecho posible el nacimiento de Sofía.
En aquel momento, Camila y Daniela habían bromeado diciendo que tenía buenos genes y que tener un hijo con él no sería una pérdida.
Pero Valentina no iba a admitir na