Valentina bajó sus largas pestañas.
—Lo recuerdo, pero el que siempre ha olvidado eres tú.
Mateo se quedó paralizado.
Valentina lo apartó y se dio la vuelta.
—Mateo, cuando yo quería estar contigo, tú me rechazaste. Ahora que ya no quiero estar contigo, vienes a buscarme. ¿Acaso es este el amor que me ofreces? Mateo, ya no te amo.
Valentina dijo: Mateo, ya no te amo.
Los ojos de Mateo se enrojecieron.
—Valentina, no lo creo, ¡no puedo creer que realmente ya no me ames!
Valentina lo miró y pronunció cada palabra con firmeza:
—Mateo, si no entendiste lo que dije antes, te lo repetiré para que quede claro: ya no te amo, ¡me he enamorado de otra persona!
Mateo apretó el puño, con las venas de su mano saltando.
—¿Es Daniel?
—Sí, es Daniel. Él me trata muy bien y ahora estoy esperando un hijo suyo. Así que, Mateo, terminemos con esto. Tu insistencia me está causando muchos problemas.
—Valentina...
—Mateo, existe un compromiso matrimonial entre los Celemín y los Figueroa. Hoy tu madre vino a