Valentina se paró con serenidad frente a Katerina y asintió: —Sí, yo soy Valentina.
Katerina sacó un cheque: —Este cheque es para ti. Aléjate de mi hijo y escribe la cantidad que quieras.
Valentina negó con la cabeza: —No lo quiero.
Katerina resopló con desdén: —Seguramente ya habrás oído hablar del acuerdo matrimonial entre los Celemín y los Figueroa. Mi hijo se casará con Luciana, la hija de los Celemín. Solo ella es digna de mi hijo. Los intereses de las familias poderosas son complejos y entrelazados. Este es el camino que Mateo debe seguir, el camino correcto.
—Me han dicho que ya estás con otro hombre y que incluso esperas un hijo suyo. Si es así, ¿pretendes jugar a dos bandas? Mientras yo viva, jamás te permitiré cruzar la puerta de los Figueroa, así que olvídate de esa idea.
—Valentina, si eres inteligente, tomarás el cheque que te ofrezco y te irás muy lejos.
Valentina miró a Katerina. Durante el trayecto había imaginado que Katerina la insultaría duramente, pero en realidad n