Sus ojos se encontraron.
Diego llevaba una máscara que ocultaba su expresión, pero su mirada seguía siendo fría, observando a Daniela como si fuera una desconocida.
El presentador sonrió: —Señoras, por favor, cálmense. Hagamos esto: solo una persona podrá subir al escenario y tocar a nuestra estrella. En cuanto a quién será, lo decidiremos por subasta. El precio más alto gana.
Las mujeres adineradas comenzaron inmediatamente a pujar: —Mil dólares.
—Tres mil.
—Cinco mil.
—Diez mil.
El precio rápidamente llegó a 10.000 dólares. Camila estaba asombrada: —¿Diez mil solo por tocarlo? ¿Sus abdominales están hechos de oro o qué? ¡Todos se han vuelto locos!
En ese momento, Daniela levantó la mano: —¡Ofrezco veinte mil!
Valentina y Camila miraron a Daniela. Camila la jaló discretamente: —Daniela, ¿por qué te metes en esto?
Los hermosos ojos de Daniela estaban fijos en Diego: —Ofrezco veinte mil. Déjenme tocarlo, quiero tocarlo.
Diego miró a Daniela desde el escenario. Cuando ella hablaba, había