Ángel extendió la mano y apagó directamente el televisor.
En ese momento, Catalina se acercó. Ángel la miró y preguntó:
— ¿Luciana ya se durmió?
Catalina respondió con dolor:
— Se quedó dormida llorando. Cariño, Luciana desea con todo su corazón casarse con el señor Figueroa, ¿no podrías concedérselo?
La mirada de Ángel se tornó sombría.
— ¿Qué quieres decir?
— Cariño, ¿crees que no lo sé? ¡Luciana no es realmente tu hija biológica!
Ángel apretó los labios sin decir nada.
— Luciana tiene un origen distinguido. Si revelaras su verdadera identidad, todos los obstáculos desaparecerían y podría casarse con el señor Figueroa.
Ángel se puso de pie.
— No quiero volver a escuchar estas palabras. Mejor guárdatelas.
Tras esta advertencia, Ángel subió las escaleras.
Catalina insistió, sin rendirse:
— Cariño, ¿por qué te niegas a revelar la verdadera identidad de Luciana?
Ángel se detuvo en la escalera. Su silueta, normalmente elegante y cultivada, mostró una profunda gravedad. Después de un momen