Daniela levantó la mano y llamó a la puerta: "Toc, toc".
La puerta se abrió rápidamente, pero no era Diego sino una chica.
La joven miró a Daniela con curiosidad: —Señorita, ¿a quién busca?
Daniela supuso que era Diana, la hermana de Diego, ya que llevaba puesto un uniforme de secundaria.
Diana era algo delgada, pero llevaba una cola de caballo alta y alegre, vestía pulcramente y sus brillantes ojos mostraban confianza y vitalidad. Tenía cierto parecido con Diego.
Daniela le cayó bien inmediatamente: —Hola, me llamo Daniela. Soy compañera de tu hermano Diego y vengo a buscarlo. ¿Está en casa?
Diana negó con la cabeza: —Señorita, mi hermano aún no ha vuelto.
Era muy tarde y todavía no había regresado.
En ese momento, la madre Sandra salió: —¿Eres compañera de Diego? Pasa y siéntate.
Daniela observó a Sandra. Efectivamente, no podía ver y tenía el pelo medio canoso, pero su rostro era amable y hablaba con dulzura. En su juventud debió haber sido muy hermosa.
Daniela entró: —Buenas tardes