Mateo, en medio de su sueño, rodó fuera de la cama y despertó.
Jamás se habría imaginado que alguien lo echaría de una patada. Miró a Daniela con severidad y disgusto: —¡Lela! ¿Qué estás haciendo?
Daniela, con las manos en la cintura, respondió: —Mateo, ya estás divorciado de Valentina. ¿Quién te dio permiso para dormir abrazado a ella?
Mateo, recién despierto y con expresión sombría, se quedó paralizado al escuchar las palabras de Daniela.
¿Había dormido abrazado a Valentina?
—Tenías el brazo alrededor de sus hombros y la abrazabas con fuerza mientras dormían. ¡No lo permito! Si quieres abrazar a alguien para dormir, ve a abrazar a esa Luciana. ¡En el futuro habrá otros hombres que abracen a Valentina!
¡En el futuro habrá otros hombres que abracen a Valentina!
La respiración de Mateo se tornó pesada y le ordenó: —¡Cállate!
Todo este alboroto había despertado a Valentina. Se incorporó, frotándose los ojos somnolientos: —Daniela, señor Figueroa, ¿ya están despiertos?
Mateo miró a Valent