Mateo la miró y asintió:
— Bien.
Llegaron al hospital, entrando a la habitación VIP. Vieron a Luciana.
Luciana yacía pálida en la cama, con una máscara de oxígeno, inconsciente. Su muñeca derecha estaba envuelta en vendas gruesas, aún manchadas de sangre fresca.
Catalina, al ver a Mateo, se acercó inmediatamente:
— Señor Figueroa, ha venido.
Pero pronto se quedó rígida al ver a Valentina detrás de él.
— Señor Figueroa, ¿por qué la ha traído?
Valentina miraba a Catalina con frialdad, observando a su propia madre biológica.
Catalina, visiblemente alterada, la increpó:
— Valentina, ¿cómo te atreves a venir?
— Anoche Luciana no se sentía bien y quería que el señor Figueroa la acompañara. Usted lo sabía, pero lo retuvo. ¡Mire cómo Luciana ha llegado a cortarse las venas!
— ¡Seguro que está feliz! Usted ha empujado a Luciana al suicidio. ¡Lárguese de aquí!
Catalina tomó un vaso de agua y lo lanzó directamente contra Valentina.
¡Bang!
El golpe del vaso contra la cabeza resonó.
Valentina no si