Capítulo 245
¡Era ella!

¡Era Valentina!

Pero él se había equivocado de persona.

Al recordar toda la frialdad y las humillaciones que le había hecho pasar a Valentina, sintió deseos de abofetearse a sí mismo.

Aquel día en la enfermería, cuando la había empujado contra la cama, ella, con lágrimas en los ojos, le había dicho que lo detestaba. Se había sentido tan ofendida.

¡Mateo, deberías morir!

Todos los músculos de Mateo se tensaron. Su rostro se ensombreció, pero pronto sus labios finos se curvaron en una sonrisa...

...

Camila regresó al apartamento y durmió profundamente. Al día siguiente, Valentina y Daniela llevaron a Camila de compras.

Las tres llegaron al centro comercial y entraron en una tienda de accesorios. Valentina se interesó por unos pasadores para el cabello.

Pasadores juveniles en colores pastel: fresas rosas, sandías verdes, limones amarillos... todos muy coquetos.

—Valentina, estos pasadores te quedan muy bien. Compra el amarillo —sugirió Daniela.

—Creo que el rosa también es boni
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