En la elegante sala de conferencias, Mateo lucía un traje negro hecho a medida. Junto con otros altos ejecutivos del grupo Figueroa, recibía al presidente de LVMA de Francia: Marc.
—Señora, el presidente habla francés excelentemente. Domina más de veinte idiomas y nunca necesita intérprete. —Comentó la recepcionista mientras le servía café.
Valentina sonrió amablemente.
—Gracias.
—De nada, señora. Debo volver a mis tareas.
—Adelante.
Cuando la recepcionista se marchó, Valentina volvió a posar sus ojos en las ventanas, observando a Mateo.
Él estaba junto a Marc, conversando con un francés perfecto. Era una reunión de alto nivel en el mundo empresarial, y aun a través del cristal, podía percibir el aura de poder y lujo que emanaba de Mateo.
No era de extrañar que tantas mujeres lo codiciaran. Luciana todavía no se había ido cuando ya había aparecido Aitana.
Cuando se comportaba con formalidad, era elegante y frío, con un aire de austeridad.
Pero recordando cómo la había presionado, ella