Valentina había comprobado la temperatura del agua: estaba apenas tibia, para nada caliente.
Sus ojos se fijaron en el rostro de Aitana. —Me estás atacando a través de Camila, ¿verdad?
Ella se encogió de hombros y sonrió con descaro. —Sí.
—¿Te has vuelto loca? —Estalló Daniela. —Valentina siempre te consideró su amiga. ¿Ya olvidaste quién corrió a salvarte cuando Santino quería secuestrarte? Que te hayas convertido en una gran estrella y no nos reconozcas es una cosa, pero pagar el bien con mal. ¿Acaso no tienes conciencia?
Lejos de mostrar remordimiento, Aitana respondió con una sonrisa. —Por fin dicen lo que realmente piensan. En realidad, me tienen envidia. Envidian que encontré un novio rico y que me convertí en una estrella.
—¿Envidia? —Daniela no daba crédito a lo que escuchaba. —¡Si tan segura estás, di el nombre de tu novio!
Valentina jaló a Daniela detrás de ella y miró a Aitana con perspicacia. —A ese novio tuyo, ¿lo conozco?
Ya era la tercera vez que Aitana presumía de su no