Le pidió que la besara. Mateo contempló el rostro de la mujer; hermoso como una rosa, notando cuánto más dócil se había vuelto esa pequeña cara delicada.
Mientras que Valentina solo lograba irritarlo y causarle molestias, Luciana era como una flor que podía entenderlo. Mateo fue inclinando lentamente su cabeza...
Más tarde esa noche, Valentina y Daniela, después de tomar algunas copas y pasar un rato en el bar, salieron a la calle principal para buscar un taxi. Sin embargo, siendo una zona tan concurrida, había muy pocos taxis disponibles.
—¿Y si tomamos unas bicicletas compartidas para volver? —Sugirió Valentina pensando en una solución.
—No hace falta. Puedo llamar a mi primo para que envíe un auto por nosotras. —Respondió Daniela, arqueando una ceja.
—¿Tu primo? ¿No es mucha molestia?
—Para nada. —Contestó con un guiño misterioso.
—Mejor no, ya es muy tarde para molestarlo.
—Mi primo debe estar divirtiéndose con su amante ahora mismo, así que le vendría bien tener algo que hacer. —D