Héctor se quedó paralizado: —Irina y yo...
Valentina se adelantó: —Usted e Irina son completamente inocentes, no ha ocurrido nada entre ustedes, ¿verdad? Estas palabras la señora Celemín podría recitarlas de memoria, e incluso yo las conozco de tanto escucharlas.
Héctor no supo cómo responder.
Valentina arqueó las cejas: —Entre la señora Celemín y su asistente tampoco ha ocurrido nada, pero usted está tan molesto... Juzgando por su propia reacción, ¿no sería comprensible que la señora Celemín esté igualmente preocupada por usted e Irina?
Héctor se quedó sin palabras.
Valentina continuó: —Señor Celemín, he investigado y sé que los padres de Irina murieron por causa de los Celemín.
Héctor miró a Valentina y sonrió irónicamente: —Valentina, ¿has llegado a investigarme?
Valentina sonrió: —Señor Celemín, sé que ha estado compensando a Irina, pero hay muchas formas de hacerlo. Podría elegir otra manera.
Héctor permaneció en silencio unos segundos: —Entiendo.
Héctor se marchó.
Valentina lo si