Alicia:
Cuando desperté estaba desorientada por completo, no sabía dónde estaba, pero por la
ropa que traían quienes me rodeaban, podría jurar que en un hospital. Me hablaban todos
al mismo tiempo, en un principio, yo no entendía lo que me decían, trataba de hablar pero
me era imposible. Hasta que vino un hombre, algo mayor, y despejó la sala, quedando solo
conmigo y una enfermera. Era muy poco lo que podía ver, mis ojos se negaban a abrirse
del todo, pero estaba progresando y una línea podía ver, aunque como en una neblina
‒ Alicia, ¿puedes oírme? – yo no respondí, entonces insistió - ¿entiendes, al menos
lo que te digo?
Yo solo asentí con la cabeza, que por cierto me dolía mucho. Este hombre parecía
conocerme y, según él, mi nombre era Alicia. Pero yo no lo recordaba, no recordaba nada,
ni mi nombre, ni mi apellido o dirección, que edad tenía y mucho menos lo que me había
pasado
‒ Doctor, creo que ella sí le entiende – dijo la chica que estaba a su lado
‒ Bien, Alicia, necesito que