La escena vuelve a Tadeo. Siguiendo las instrucciones de don Luis, Tadeo encontró a Damián y sacó un millón de dólares para continuar apostando con Faustino.
— Damián, es este chico, ¡enséñale una lección! — dijo Tadeo, señalando a Faustino entre la multitud cuando salió de la sala interior.
— Tadeo, ¿estás seguro de que perdiste tres rondas seguidas contra este chico? — Damián miró a Faustino, un joven, y lo menospreció—. ¿Cómo es posible que un chico tan joven te haya ganado tres veces seguidas?
— Damián, ¿cómo podría mentirte? — dijo Tadeo—. ¡Este chico es demasiado extraño! ¡Ni siquiera pude ganarle haciendo trampa!
Tadeo escuchó el tono despectivo de Damián, pero no pudo refutarlo.
— Eso solo demuestra lo malo que eres — dijo Damián con desdén—. Ni siquiera puedes vencer a un niño. ¡Mira cómo lo manejo!
Damián sonrió con desdén, sacó un cigarrillo de su bolsillo, se lo encendió y se dirigió tranquilamente hacia Faustino.
Damián tomó el dinero de Tadeo, separó doscientos mil dóla