Capítulo 543
Viendo la confianza de Daniela, Rafael, con dudas, seleccionó tres de las piedras de jade más pequeñas que Faustino había examinado para que las cortaran. Por un lado, la seguridad de Daniela despertó su curiosidad; por otro, temía que Daniela fuera engañada.

—Rafael, espera, ¡vamos contigo!

Algunos trabajadores, también entusiasmados, los siguieron. Pero apenas habían salido cuando el teléfono de Daniela volvió a sonar.

—Daniela, soy tu tío Alexander.

Alexander llamó, su voz sonaba cansada y arrepentida.

—Tío Alexander, ¿qué quieres decirme?

Aunque Alexander era su familiar mayor, Daniela respondió con frialdad. Después de todo, su hijo había intentado hacerle daño, no había razón para ser amable.

—Daniela, ya sé lo de Tacio. No esperaba que ese chico hiciera algo tan despiadado. Te llamo para disculparme. A partir de ahora, educaré mejor a Tacio.

Tras la acción de su hijo, Alexander no se atrevía a enfadarse con la actitud de Daniela; solo se disculpó una y otra vez.

—No te preocupes
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