Muchos de los trabajadores de la organización estaban encantados de participar, especialmente en la humillación de una mujer tan desagradable como Fiona.
— ¡Ja, ja! ¡Yo me encargo! — exclamó uno.
— ¡Yo también! ¡Esa tipa es insoportable! ¡Una buena lección le vendrá bien! — añadió otro.
Fiona, viendo las miradas hambrientas de los empleados, sintió miedo.
— ¡No se acerquen… — susurró.
Sabía que no podía escapar de su destino, y se arrepentía profundamente de haber involucrado a Lara. Desafortunadamente, no existe una pastilla para el arrepentimiento.
— ¡Quítate la ropa! — gritó Faustino, interrumpiendo sus pensamientos.
— ¡Yo… yo misma… me la quitaré… — balbuceó Fiona, aterrada.
Empezó a desvestirse. Se quitó el vestido y el sujetador negro, quedando prácticamente desnuda ante todos los asistentes a la subasta.
Miles de personas, incluyendo muchos profesionales del sector y curiosos, se encontraban allí. Decenas de miles de ojos fueron testigos de la humillación de Fiona. Su c