Capítulo 380
Yeison había perdido completamente su anterior actitud de desprecio; ahora solo deseaba no perder la apuesta.

—Está bien, está bien —se consolaba—. Si Fidel lo dice, seguro que no hay problema.

Fiona, con dos bofetadas marcadas y el rostro sombrío, permanecía silenciosa junto a Yeison. Su anterior arrogancia había desaparecido por completo. Solo pudo descargar su frustración con el cortador:

—¿Estás sordo? ¿No oíste a Yeison? ¡Empieza a cortar de una vez!

El cortador rodó los ojos con desprecio, pero continuó su trabajo.

Todas las miradas se concentraron en la última piedra elegida por Fidel. Al primer corte, un destello púrpura cristalino emergió.

—¡Hay algo! ¡Es púrpura! —exclamó el cortador.

—¡Sigue cortando! —urgió Fidel, con los ojos muy abiertos.

Entre chispas, la piedra reveló su verdadera naturaleza: un jade perfecto, sin impurezas ni manchas. Bajo la luz del sol, brillaba con un transparente color lavanda que cautivó a todos los presentes.

Era un jade lavanda de tono
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