Lara frunció el ceño y tiró de la ropa de Faustino.
— Faustino, por favor, olvídalo. Solo fue una bofetada, no es necesario empeorar las cosas. Ya no me duele, vámonos.
Lara intentaba convencer a Faustino para que se marchara. Pero Faustino, ante las burlas de Yeison y los demás, y la súplica de la dueña, permaneció en silencio, con el rostro sombrío e inmóvil. Nadie sabía que la calma que precedía a la tormenta era inmensa.
Viendo que no podía convencer a Faustino, Lara se desesperó.
Fiona, al ver la actitud de Faustino y Lara, se volvió aún más insolente, soltando una risa aguda y estridente.
— Lara, si te dedicas a esto, debes obtener un buen precio. Además, Don Yeison es muy bueno con las mujeres, te dará lujos y placeres, tendrás todo lo que quieras. Es mucho mejor que ser una viuda pobre y despreciada en tu pueblo. Muchas mujeres sueñan con esto. Si te dedicas a esto, ¿cómo puedes rechazarlo? Don Yeison tiene mucho dinero, y como te ha elegido, perra, ¡ven y quítate la ropa para