Todos los niños ya se habían dormido y la señora Roberts ya estaba cabeceando. Amanda permanecía despierta, con la anticipación creciendo dentro de ella. Miraba su teléfono repetidamente, comprobando si había mensajes de la señora Laura. El señor Kenny tampoco la llamó.
El silencio era ensordecedor y la ansiedad comenzó a infiltrarse. Ya no podía contenerse más. Despertó a su madre.
—¡Mamá!
La señora Roberts se despertó de inmediato. Tenía la intención de ver el plan hasta el final antes de que el sueño la venciera.
—Sí, ¿qué pasa?
—¿Estás segura de que fue un buen plan? —le preguntó a su madre, mientras la duda la carcomía.
—¿Por qué lo preguntas? —respondió la señora Roberts, interrogante, todavía tratando de rescatar sus ojos del sueño.
—Me preguntaba si esta es la forma correcta de lidiar con el señor Kenny.
La mente de Amanda iba a toda velocidad mientras consideraba los posibles resultados y las consecuencias de sus acciones.
—¿Y de qué otra forma lo habrías manejado? Y todavía