11. El posible beso
Tano:
Después de salir de servicios familiares, lleve a Catalina a comer un helado, yo seguía siendo ese niño de 14 años que enamoraba a la chica que en verdad le gustaba. Constanza se había llevado muchos cosas buenas de mi corazón, pero no por eso no haría lo imposible para reconstruirlo, sanarlo y enamorar a esa colombiana que me estaba ayudando con mi hija.
—¿Ósea que el de chocolate te da alergia?—pregunte.
Ella se rio y asintió, comiéndose un helado de piña colada.
Me parecía algo irrisorio que alguien fuese alérgico al chocolate, ¡JODER!.
—Claro, es que pues aja, así nace uno y que puede hacer. Ahora bien, ¿por dónde empezaremos a buscar a la madre de María E?—espeto, limpiándose la comisura de los labios con la lengua.
Ese gesto era jodidamente sensual, todo me parecía sexy.
Llevaba días de abstinencia, estaba cachondo por todo y tan solo la risa de esa mujer y su icónico “Ajá” me encendían.
Luego recordé que María E cumpliría cinco meses la semana próxima y debía de hacer alg