—¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde está Arturo? —le interrogó el ansioso Keane, a Elina.
—No lo sé, solo se fue. Dice que ocultó la espada en donde nadie podrá encontrarla. No tengo idea de si volverá o no, lo único de lo que puedo estar segura, es que él ya no quiere luchar.
—¡No podemos desistir ahora, no después de lo que pasó!
—Las personas están proclamando a Arturo como el legítimo Rey, ya pueden ponerle un rostro a su causa —añadió Connor, recargado con sobriedad en la pared.
—¿Tienes idea de a dónde fue? —le preguntaron a Tomas.
—Nuestros refugios ya los conocen, no creo que haya ido ahí, pero puedo averiguar con nuestros conocidos.
—Bien, hazlo —le pidió, más como una súplica que como un mandato