Caminaba de un lado a otro nervioso, no podía quitarme esa imagen tan aterradora de Camila en el baño…estaba llena de sangre y lloraba desconsoladamente, era algo que tardaría en procesar. Verla en ese estado me había dado un miedo terrible, no quería que le pasara nada malo a ese bebé y menos a ella.
La había envuelto en unas sabanas y cargado para traerla con tía Olivia, quien se encontraba justo en este momento atendiéndola.
¿Y si había perdido al bebé?
—No pienses en eso —susurré.
La puerta fue abierta y sentí como mi corazón se detenía de a poco. Su rostro estaba neutro y ya empezaba a imaginarme lo peor.
—Tía —susurré—. ¿El bebé…está bien?
Se cruzó de brazos y dio un largo suspiro.
—Está bien, ambos están bien, pero tendrá que estar monitoreada las veinticuatro horas del día hasta que cumpla los siete meses, su útero es muy débil y con el menor golpe o fuerza podría tener un aborto.
— ¿Qué quieres decir con todo esto? —pregunté asustado.
—Va a estar en cama y en silla de ruedas